Diagnóstico endodóntico: Es importante saber qué le ocurre al diente para realizar el tratamiento adecuado. Un diagnóstico certero nos asegurará: si es viable salvar el diente, y si decidimos salvar el diente, nos asegurará que lo que vamos a hacer, es justo lo que necesita el diente para solucionar el problema.

Tratamiento de conductos radiculares:
El tratamiento consiste en la eliminación de la pulpa dental enferma, la desinfección del espacio que ocupa y el relleno y sellado de este espacio con materiales especiales. El objetivo es crear un ambiente que permita la cicatrización de tejidos de soporte del diente y que éste pueda mantenerse en la boca ausente de síntomas y en función.

Retratamiento de conductos radiculares:
Indicado para salvar un diente en el que ha fracasado un tratamiento de conductos previo. Consiste en la eliminación del material presente en el interior del diente, con el propósito de lograr una nueva limpieza y conformación para posteriormente proceder a un nuevo relleno y sellado de los conductos radiculares.

Es posible, que incluso rehaciendo el tratamiento de conductos previo, la infección ósea no cure y se requiera una Cirugía Periapical.

A veces, nos encontramos con situaciones en las que se aconseja la optimización del tratamiento de conductos existente, aunque no existan molestias (colocación de una nueva corona, puente o restauración).

Cirugía Periapical: Está indicada cuando existe una lesión periapical (infección que afecta el hueso que rodea las raíces del diente). Antes de realizar la cirugía es necesario el tratamiento de conductos. Consiste en la eliminación del tejido infectado, la resección del ápice radicular y la obturación del extremo apical del conducto radicular. Se realiza con anestesia local.

Apicoformación: Tratamiento endodóntico destinado a la conservación de un diente definitivo joven en el que la pulpa se ha necrosado y la formación de la raíz todavía no ha terminado.

Lo necesitan niños que han sufrido una fractura dental o caries muy profunda.